EL HORNERO
La casita del hornero
tiene alcoba y tiene sala.
tiene alcoba y tiene sala.
En la alcoba la hembra instala
justamente el nido entero.
En la sala, muy orondo,
el padre guarda la puerta,
con su camisa entreabierta
sobre su buche redondo.
su traje aseado y sencillo,
que, con tanto hacer ladrillo,
se la habrá puesto bermejo.
Elige como un artista
el gajo de un sauce añoso,
o en el poste rumoroso
se vuelve telegrafista.
Allá, si el barro está blando,
canta su gozo sincero.
Yo quisiera ser hornero
y hacer mi choza cantando.
Así le sale bien todo,
y así, en su honrado desvelo,
trabaja mirando al cielo
en el agua de su lodo.
Por fuera la construcción,
como una cabeza crece,
mientras, por dentro, parece
un tosco y buen corazón.
Pues como su casa es centro
de todo amor y destreza,
la saca de su cabeza
y el corazón pone adentro.
La trabaja en paja y barro,
lindamente la trabaja,
que en el barro y en la paja
es arquitecto bizarro.
La casita del hornero
tiene sala y tiene alcoba,
y aunque en ella no hay escoba,
limpia está con todo esmero.
Concluyó el hornero el horno,
y con el último toque,
le deja áspero el revoque
contra el frío y el bochorno.
Ya explora al vuelo el circuito,
ya, sobre la tierra lisa,
con tal fuerza y garbo pisa,
que parece un martillito.
La choza se orea, en tanto,
esperando a su señora,
que elegante y avizora,
llena su humildad de encanto.
Y cuando acaba, jovial,
de arreglarla a su deseo,
le pone con un gorjeo
su vajilla de cristal.
Leopoldo Lugones
avizora= la que observa atenta o aguarda cautelosamente
Hornero, fornaio: Es ave endémica del sudeste de Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay, y del norte y centro de Argentina (llegando al norte de la Patagonia). Emparentada con el hornero de copete -Furnarius cristatus- de Paraguay y de Argentina. En Argentina en 1928 fue reconocido como ave nacional. Está presente en Paraguay, en Uruguay, en el este de Bolivia, en Argentina aunque solamente hasta la provincia de Chubut y en Brasil, donde se lo suele encontrar desde los estados de Goiás, Bahía y Mato Grosso hasta Río Grande del Sur. Al ser un ave de hábitos no migratorios, vive en su área de distribución, la cual depende fundamentalmente de la disponibilidad de barro para la construcción de su nido.
fornàio s. m. (f. -a) [lat. tardo furnarius, der. di furnus «forno»]. – Operaio addetto alla lavorazione e cottura del pane; padrone di un forno per il pane; chi ha negozio per la vendita del pane (con o senza il forno annesso).
El hornero rojo es la
especie Furnarius rufus, el hornero albañil es Furnarius leucopus y el hornero de
copete, Furnarius cristatus. Se lo conoce vulgarmente como hornero, y también como
casero, caserito, hornerillo, albañil, Alonzo,
Aloncito (casero en Tucumán y Entre Ríos; caserito en Santiago del Estero
y Catamarca; aloncito en Corrientes.)
Un ave simpática, que no teme la cercanía del hombre. Siempre anda en pareja y se instala lo mismo en un
poste telefónico que en la cornisa de una casa. Sus vuelos son generalmente alrededor
del nido, para buscar materiales para construirlo o repararlo, o alimento para los
pichones; nunca se aleja mucho, y en el suelo anda a los saltitos.
A mediados del siglo XX y desde mucho antes, en las vecindades de los pueblos y ciudades bonaerenses podían verse los hornos de los ladrilleros, oficio que de niños comparábamos con el trabajo del hornero.
Los humildes obreros que fabricaban ladrillos amasaban barro y greda con pies y manos; después colocaban esa masa en moldes de madera distribuidos sobre el terreno a fin de que se fuera secando al contacto con el aire y el sol. Una vez conseguido el secado óptimo, los ladrillos "crudos" eran apilados en los hornos de leña existentes al efecto, cuidando de que estuviesen separados por maderitas para lograr una correcta cocción. Cada tanda de ladrillos podía requerir varias jornadas de trabajo, según fueren las condiciones climáticas.
Mientras se cocían a fuego lento, salía de los hornos un humo blanco que en las madrugadas húmedas se aplastaba sobre los campos y cuyo inconfundible olor se mezclaba al del desayuno que mamá preparaba para que fuésemos a la escuela con alimento calentito en la barriga. Así sucedía en la "tierra de nadie" que, surcada por el arroyo Giménez, ponía cinco kilómetros de distancia entre nuestra casita de Ezpeleta y el pueblo de Berazategui (al que por nada del mundo queríamos pertenecer).
Este homenaje al trabajo de tanta gente y al no menos esforzado de mamá, se escribe en la primerísima hora del día de la Madre, el domingo 19 de octubre del año 2014.- Carlos Haller (Karlheinz o kalais, según quién hablara).-
[Una versión traducida al alemán y ligeramente ampliada de este post puede leerse en http://www.deutsch- spanischerstammtisch.de/3220/hornero-ofenvogel]