Lecturas y charla
sobre textos literarios, en reuniones coordinadas por el Dr Jorge Dietsch [club
del libro]. Buscar como https://hanalfablog.blogspot.com/2019/03/causeries-1-abril-2019.html
(Ver
texto de L.V. Mansilla http://www.biblioteca.org.ar/libros/11341.pdf
)- causerie: Discours familier, entretien sans
prétention ; petite conférence informelle - Charla, conversación
con el lector, es el estilo literario intentado por Mansilla imitando al
crítico Sainte Beuve - 1. An informal discussion or chat, especially of an intellectual nature.
Nota: se ruega a los asistentes consultar y
ampliar con búsquedas propias la información que contextualice los fragmentos
que se leerán en las reuniones. Tarea colaborativa.
Propuesta
de C.H. para la reunión del jueves 11 de abril de 2019: Comenzar con el
tema de las “cautivas” en textos de la literatura argentina. Búsqueda de bibliografía
e interpretaciones en torno del tema.
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Intentos de orientación de la búsqueda: indaguemos en escritos de Ruy
Díaz de Guzmán, E.Echeverría, Santiago Avendaño, José Hernández, L.V. Mansilla, J.L. Borges, César Aira – Distingamos textos críticos de escritos fundamentalmente literarios o históricos o relatos de viajeros.
fechas comparativas: Utz Schmiedl llega al Plata en 1535 y regresa a su patria en 1554;
su crónica se publica en 1567.- Ruy Díaz
de Guzmán nace en Paraguay alrededor de 1559 y sus Anales (conocidos
después como “La Argentina”) se terminaron de escribir en 1612.- De esta última
copiamos el fragmento referido al personaje de Lucía Miranda.
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Texto "La Argentina" de
Ruy Díaz de Guzmán: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/conquista-y-mito-blanco/html/5af46f50-5257-11e1-b1fb-00163ebf5e63_4.html
Capítulo VII. De la muerte del capitán don
Nuño de Lara, la de su jente, con lo demas sucedido por traición de indios
amigos.- Partido Sebastian Gaboto
para España con mucho sentimiento de los que quedaban, por ser un hombre
afable, de gran valor y prudencia, muy esperto y práctico en la cosmografía,
como de él se cuenta: luego el capitán don Nuño procuró conservar la paz que
tenia con los naturales circunvecinos, en especial con los indios Timbúes,
jente de buena marca y voluntad, con cuyos dos principales caciques siempre la
conservó, y ellos acudiendo de buena correspondencia, de ordinario proveian á
los españoles de comida, que como jente labradora nunca les faltaba. Estos dos
caciques eran hermanos, el uno llamado Mangoré y el otro Siripó, ambos mancebos
como de treinta á cuarenta años, valientes y espertos en la guerra, y así de
todos muy temidos y respetados, y en particular el Mangoré, el cual en esta
ocasión se aficionó de una mujer española, que estaba en la fortaleza llamada Lucía de Miranda, casada con un
Sebastián Hurtado naturales de Ecija.
A esta señora hacía el cacique muchos regalos y socorros de
comida, y en agradecimiento ella le daba amoroso tratamiento, con que vino el
bárbaro á aficionársele tanto, y con tan desordenado amor, que intentó hurtarla
por los medios á él posibles. Convidando á su marido que se fuese algun dia a
entretener á su pueblo, y á recibir de él buen hospedaje y amistad, con buenas
razones se le negó Hurtado; y visto que por aquella via no podia salir con su
intento por la compostura y honestidad de la mujer, y recato del marido, vino á
perder la paciencia con grande indignación y mortal pasión, con lo cual ordenó
contra los españoles (de bajo de amistad) una alevosa traicion, pareciéndole
que por este medio sucederia el negocio de manera que la pobre señora viniese á
su poder, para cuyo efecto persuadió al otro cacique su hermano, que no les
convenia dar la obediencia al español tan de repente con tal subordinacion,
pues con estar en sus tierras eran tan señores y absolutos en sus cosas, que en
pocos dias lo supeditarian todo como las muestras lo decian, y si con tiempo no
se prevenia este inconveniente, despues cuando quisiesen no lo podrian hacer,
con que quedarian sujetos á perpetua servidumbre, para cuyo efecto su parecer
era, que el español fuese destruido y muerto, y asolado el Fuerte, no
perdonando la ocasion y coyuntura que el tiempo ofreciese: á lo cual el hermano
respondió que ¿cómo era posible tratase él cosa semejante contra los españoles,
habiendo profesado siempre su amistad, y siendo tan aficionado á Lucía? que él
de su parte no tenia intento ninguno para hacerlo, porque á mas de no haber
recibído del español ningun agravio, antes todo buen tratamiento y amistad, no
hallaba causa para tomar las armas contra el; á lo cual Mangoré replicó con
indignación, diciendo que así convenia se hiciese por el bien comun, y porque
era gusto suyo, á lo que como buen hermano debia condescender. De tal suerte
supo persuadir á su hermano, que vino ál condescender con él, dejando el
negocio tratado entre sí para tiempo más oportuno, el cual no mucho despues le
ofreció la fortuna á colmo de su deseo; y fué que, habiendo necesidad de comida
en el fuerte, despachó el capitan don Nuño cuarenta soldados en un bergantin en
compañia del capitan Rui Garcia, para que fuesen por aquellas islas á buscarla,
llevando órden de volverse con toda brevedad con lo que pudiesen recojer.
Salido, pues, el bergantín, tuvo Mangoré por buena esta
ocasion, y mucho mas por haberse ido con los demas Sebastian Hurtado, marido de
Lucia, y así luego se juntaron por órden de sus caciques mas de cuatro mil
indios, los cuales se pusieron de emboscada en un sauzal, que estaba media
legua del Fuerte en la orilla del rio, y para con mas facilidad conseguir su
intento, y fuese más fácil la entrada a la fortaleza, salió Mangoré con treinta
mancebos muy robustos cargados con comida de pescado, carne, miel, manteca y
maíz, con la cual se fue al Fuerte, donde con muestras de amistad lo repartió,
dando la mayor parte al capitan y oficiales, y lo restante á los soldados, de
quien fue muy bien recibido y agasajado de todos, aposentándole, dentro del
Fuerte aquella noche, en la cual reconociendo el traidor que todos dormían,
escepto los que estaban de posta en las puertas, y aprovechándose de la
ocasion, hicieron señas a los de la emboscada, los cuales con todo silencio se
llegaron al muro de la fortaleza, y á un tiempo los de dentro y los de fuera
cerraron con las guardias, y pegaron fuego á la casa de las municiones, con que
un momento se ganaron las puertas, y á su salvo mataron á las centinelas, y á
los que encontraban de los españoles, que despavoridos salian de sus aposentos
á la plaza de armas, sin poderse incorporar unos con otros, porque como era tan
grande la fuerza del enemigo, cuando despertaron, ya unos por una parte, otros
por otra, y otros en sus mismas camas los degollaban y mataban sin ninguna
resistencia. Algunos pocos peleaban valerosamente, en especial don Nuño de
Lara, que salió á la plaza con su espada y rodela por entre aquella gran turba
de enemigos, hiriendo y matando a muchos de ellos, acobardándolos de tal
manera, que no había ninguno que osase llegar a él, viendo que por sus manos
eran muertos; lo cual visto por los caciques é indios valientes, haciéndose
afuera, comenzaron á tirarle con dardos y lanzas, con que le maltrataron de
manera que todo su cuerpo estaba harpado y bañado en sangre; y en esta ocasion
el sargento mayor con una alabarda, cota y celada se fué á la puerta de la
fortaleza, rompiendo por los escuadrones, entendiendo poderse señorear de ella,
ganó hasta el umbral, donde hiriendo á muchos de los que la tenian ocupada, y
él así mismo recibiendo muchos golpes, aunque hizo gran destrozo, matando á
muchos de los que le cercaban, de tal manera fué apretado de ellos, que
tirándole gran número de flechería, con que fué atravesado, cayó muerto. En
esta misma ocasion el alferez Oviedo y algunos soldados de su compañia salieron
bien armados, y cerraron contra una gran fuerza de enemigos que estaban en la
casa de las municiones (por ver si la podían socorrer), y apretándolos con
mucho valor, fueron mortalmente heridos y despedazados sin mostrar flaqueza
hasta ser muertos, vendiendo sus vidas en tal cruel batalla á costa de infinita
jente bárbara.
A este mismo tiempo el capitan don Nuño procuraba acudir á
todas partes y herido por muchas, y desangrado sin poder remediar nada, con
valeroso ánimo se metió en la mayor fuerza de enemigos, donde encontrando con
él Mangoré, le dió una gran cuchillada, y asegurándole con otros dos golpes, le
derribó muerto en tierra y continuando con grande esfuerzo y valor, fué matando
otros muchos caciques é indios, conque ya muy desangrado y cansado con las
muchas heridas cayó en el suelo, donde los indios le acabaron de matar, con
gran contento de gozar de la buena suerte en que consistía el buen efecto de su
intento; y así con la muerte de este capitán fué luego ganada la Fortaleza, y
toda ella destruida sin dejar hombre á vida, escepto cinco mujeres, que allí
habia con la muy cara Lucia de Miranda, y algunos tres ó cuatro muchachos, que
por ser niños no los mataron y fueron presos y cautivos, haciendo montón de
todo el despojo para repartirle entre toda la gente de guerra, aunque esto mas
se hace para aventajar á los valientes: y para que los caciques y principales
escojan y tomen para sí lo que mejor le pareciere. Lo cual hecho, y visto por
Siripó la muerte de su hermano, y la dama que tan cara le costaba, no dejó de
derramar muchas lágrimas, considerando el ardiente amor que le habia tenido, y
el que en su pecho iba sintiendo tener á esa española, y así de todos los
despojos que aquí se ganaron, no quiso por su parte tomar otra cosa, que por su
esclava á la que por otra parte era señora de su albedrio, la cual puesta en su
poder no podia disimular el sentimiento de su gran miseria con lágrimas de sus
ojos, y aunque era bien tratada y servida de los criados de Siripó, no era eso
parte para dejar de vivir con mucho desconsuelo por verse poseida de un
bárbaro, el cual viéndola tan aflijida un dia, por consolarla la habló con muestras
de gran amor, y le dijo, de hoy en adelante, cara Lucía, no te tengas por mi
esclava, sino por mi querida mujer, y como tal puedes ser señora de todo cuanto
tengo, y hacer á tu voluntad uso de ello de hoy para siempre, y junto con esto
te doy lo mas principal, que es mi corazón. Las cuales razones aflijieron
sumamente á la triste cautiva, y pocos dias despues se le acrecentó mas el
sentimiento con la ocasion que de nuevo se le ofreció, y fué que en este tiempo
trajeron los indios corredores preso ante Siripó á Sebastian Hurtado, el cual
habiendo vuelto con los demas del bergantin al puerto de la Fortaleza, saltando
en tierra, la vió asolada y destruida con todos los cuerpos de los que allí
murieron, y no hallando entre ellos el de su querida mujer, y considerando el
caso, se resolvió de entrarse entre aquellos bárbaros, y quedarse cautivo con
su mujer; estimando eso en menos, y aun dar la vida, que vivir ausente de ella.
Y sin dar á nadie parte de su determinación, se metió por aquella vega adentro,
donde al otro dia fue preso por los indios, y presentado con las manos atadas á
su cacique el principal de todos, el cual como lo conoció, le mandó quitar de
su presencia, dando órden que le matasen; la que oida por su triste mujer,
inmediatamente con innumerables lágrimas rogó á su nuevo marido no se
ejecutase, ántes le suplicaba le otorgase la vida, para que ambos se empleasen
en su servicio como verdaderos esclavos, de que siempre estarian muy
agradecidos; á lo que Siripó condescendió por la gran instancia con que se lo
pedia aquella á quien él tanto deseaba agradar; pero con un precepto muy
riguroso, que fué que so pena de su indignación, y de que le costaria la vida,
si por algun camino alcanzaba que se comunicaban; y que él daria á Hurtado otra
mujer con quien viviese con mucho gusto si sirviese; y junto con eso le daria
él tan buen tratamiento como si fuera no esclavo, sino verdadero vasallo y
amigo. Los dos prometieron de cumplir lo que se les mandaba, y así se
estuvieron por algun tiempo sin dar ninguna nota; mas como quiera que para los
amantes no hay leyes que los obliguen á dejar de seguir el rumbo donde los
lleva la violencia del amor, no perdian la ocacion, siempre que habia
oportunidad, por que de ordinario tenia Hurtado los ojos puestos en su Lucia, y
esta en su verdadero consorte, de manera que fueron notados por algunos de la
casa, y en especial de una india, mujer que habia sido muy estimada de Siripó,
y repudiada por la española; esta india, movida de rabiosos zelos, le dijo á
Siripó: muy contento estais con vuestra nueva mujer, mas ella no lo está con
vos, por que estima mas al de su nacion y antiguo marido, que á cuanto teneis y
poseeis; por cierto lo habeis muy bien merecido, pues dejasteis á la que por
naturaleza y amor estabais obligado, y tomasteis la extranjera y adúltera por
mujer. Siripó se alteró, oyendo estas razones, y sin duda ninguna ejecutara su
saña en los dos amantes un castigo atroz; mas dejólo de hacer hasta
certificarse de la verdad de lo que se le decia, disimulándolo; de allí en
adelante andaba con mucho cuidado, por ver si podía pillarlos juntos, ó como
dicen, con el hurto en la mano. Al fin se le cumplió su deseo, y cojidos, con
infernal rabia mandó hacer una grande hoguera para quemar á la buena Lucia, y
puesta en ejecucion la sentencia, ella la aceptó con gran valor, sufriendo
aquel incendio donde acabó su vida como verdadera cristiana, pidiendo á Dios
Nuestro Señor hubiese misericordia de ella y perdonase sus grandes pecados; y
en seguida el bárbaro cruel mandó asaetar a Sebastian Hurtado, y así lo entregó
a muchos mancebos, que le ataron de pies y manos, y amarraron á un algarrobo,
donde fué flechado por aquella bárbara jente, hasta que acabó su vida; arpado
todo el cuerpo, y puesto los ojos en el cielo, suplicaba á Nuestro Señor le
perdonase sus pecados, de cuya misericordia es de creer que marido y mujer
estan gozando de su santa gloria. Todo lo cual sucedió el año de 1532.” [Suponemos que se refiere al calendario
juliano].
Un
itinerario por la construcción de la cautiva en Echeverría, Borges y Aira :
Florencia
Angilletta - Facultad de Filosofía y Letras, UBA florenciangilletta@gmail.com
Resumen http://2012.cil.filo.uba.ar/sites/2012.cil.filo.uba.ar/files/0026%20ANGILLETTA,%20FLORENCIA.pdf
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