Samstag, 16. März 2019

Causeries [1] – abril 2019


 Lecturas y charla sobre textos literarios, en reuniones coordinadas por el Dr Jorge Dietsch [club del libro].  Buscar como https://hanalfablog.blogspot.com/2019/03/causeries-1-abril-2019.html  

(Ver texto de L.V. Mansilla  http://www.biblioteca.org.ar/libros/11341.pdf )- causerie: Discours familier, entretien sans prétention ; petite conférence informelle - Charla, conversación con el lector, es el estilo literario intentado por Mansilla imitando al crítico Sainte Beuve - 1. An informal discussion or chat, especially of an intellectual nature.

Nota: se ruega a los asistentes consultar y ampliar con búsquedas propias la información que contextualice los fragmentos que se leerán en las reuniones. Tarea colaborativa.

Propuesta de C.H. para la reunión del jueves 11 de abril de 2019: Comenzar con el tema de las “cautivas” en textos de la literatura argentina. Búsqueda de bibliografía e interpretaciones en torno del tema.
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Intentos de orientación de la búsqueda: indaguemos en escritos de Ruy Díaz de Guzmán, E.Echeverría, Santiago Avendaño, José Hernández,  L.V. Mansilla, J.L. Borges, César Aira – Distingamos textos críticos de escritos fundamentalmente literarios o históricos o relatos de viajeros.

fechas comparativas: Utz Schmiedl llega al Plata en 1535 y regresa a su patria en 1554; su crónica se publica en 1567.- Ruy Díaz de Guzmán nace en Paraguay alrededor de 1559 y sus Anales (conocidos después como “La Argentina”) se terminaron de escribir en 1612.- De esta última copiamos el fragmento referido al personaje de Lucía Miranda.
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Capítulo VII. De la muerte del capitán don Nuño de Lara, la de su jente, con lo demas sucedido por traición de indios amigos.-  Partido Sebastian Gaboto para España con mucho sentimiento de los que quedaban, por ser un hombre afable, de gran valor y prudencia, muy esperto y práctico en la cosmografía, como de él se cuenta: luego el capitán don Nuño procuró conservar la paz que tenia con los naturales circunvecinos, en especial con los indios Timbúes, jente de buena marca y voluntad, con cuyos dos principales caciques siempre la conservó, y ellos acudiendo de buena correspondencia, de ordinario proveian á los españoles de comida, que como jente labradora nunca les faltaba. Estos dos caciques eran hermanos, el uno llamado Mangoré y el otro Siripó, ambos mancebos como de treinta á cuarenta años, valientes y espertos en la guerra, y así de todos muy temidos y respetados, y en particular el Mangoré, el cual en esta ocasión se aficionó de una mujer española, que estaba en la fortaleza llamada Lucía de Miranda, casada con un Sebastián Hurtado naturales de Ecija.
A esta señora hacía el cacique muchos regalos y socorros de comida, y en agradecimiento ella le daba amoroso tratamiento, con que vino el bárbaro á aficionársele tanto, y con tan desordenado amor, que intentó hurtarla por los medios á él posibles. Convidando á su marido que se fuese algun dia a entretener á su pueblo, y á recibir de él buen hospedaje y amistad, con buenas razones se le negó Hurtado; y visto que por aquella via no podia salir con su intento por la compostura y honestidad de la mujer, y recato del marido, vino á perder la paciencia con grande indignación y mortal pasión, con lo cual ordenó contra los españoles (de bajo de amistad) una alevosa traicion, pareciéndole que por este medio sucederia el negocio de manera que la pobre señora viniese á su poder, para cuyo efecto persuadió al otro cacique su hermano, que no les convenia dar la obediencia al español tan de repente con tal subordinacion, pues con estar en sus tierras eran tan señores y absolutos en sus cosas, que en pocos dias lo supeditarian todo como las muestras lo decian, y si con tiempo no se prevenia este inconveniente, despues cuando quisiesen no lo podrian hacer, con que quedarian sujetos á perpetua servidumbre, para cuyo efecto su parecer era, que el español fuese destruido y muerto, y asolado el Fuerte, no perdonando la ocasion y coyuntura que el tiempo ofreciese: á lo cual el hermano respondió que ¿cómo era posible tratase él cosa semejante contra los españoles, habiendo profesado siempre su amistad, y siendo tan aficionado á Lucía? que él de su parte no tenia intento ninguno para hacerlo, porque á mas de no haber recibído del español ningun agravio, antes todo buen tratamiento y amistad, no hallaba causa para tomar las armas contra el; á lo cual Mangoré replicó con indignación, diciendo que así convenia se hiciese por el bien comun, y porque era gusto suyo, á lo que como buen hermano debia condescender. De tal suerte supo persuadir á su hermano, que vino ál condescender con él, dejando el negocio tratado entre sí para tiempo más oportuno, el cual no mucho despues le ofreció la fortuna á colmo de su deseo; y fué que, habiendo necesidad de comida en el fuerte, despachó el capitan don Nuño cuarenta soldados en un bergantin en compañia del capitan Rui Garcia, para que fuesen por aquellas islas á buscarla, llevando órden de volverse con toda brevedad con lo que pudiesen recojer.
Salido, pues, el bergantín, tuvo Mangoré por buena esta ocasion, y mucho mas por haberse ido con los demas Sebastian Hurtado, marido de Lucia, y así luego se juntaron por órden de sus caciques mas de cuatro mil indios, los cuales se pusieron de emboscada en un sauzal, que estaba media legua del Fuerte en la orilla del rio, y para con mas facilidad conseguir su intento, y fuese más fácil la entrada a la fortaleza, salió Mangoré con treinta mancebos muy robustos cargados con comida de pescado, carne, miel, manteca y maíz, con la cual se fue al Fuerte, donde con muestras de amistad lo repartió, dando la mayor parte al capitan y oficiales, y lo restante á los soldados, de quien fue muy bien recibido y agasajado de todos, aposentándole, dentro del Fuerte aquella noche, en la cual reconociendo el traidor que todos dormían, escepto los que estaban de posta en las puertas, y aprovechándose de la ocasion, hicieron señas a los de la emboscada, los cuales con todo silencio se llegaron al muro de la fortaleza, y á un tiempo los de dentro y los de fuera cerraron con las guardias, y pegaron fuego á la casa de las municiones, con que un momento se ganaron las puertas, y á su salvo mataron á las centinelas, y á los que encontraban de los españoles, que despavoridos salian de sus aposentos á la plaza de armas, sin poderse incorporar unos con otros, porque como era tan grande la fuerza del enemigo, cuando despertaron, ya unos por una parte, otros por otra, y otros en sus mismas camas los degollaban y mataban sin ninguna resistencia. Algunos pocos peleaban valerosamente, en especial don Nuño de Lara, que salió á la plaza con su espada y rodela por entre aquella gran turba de enemigos, hiriendo y matando a muchos de ellos, acobardándolos de tal manera, que no había ninguno que osase llegar a él, viendo que por sus manos eran muertos; lo cual visto por los caciques é indios valientes, haciéndose afuera, comenzaron á tirarle con dardos y lanzas, con que le maltrataron de manera que todo su cuerpo estaba harpado y bañado en sangre; y en esta ocasion el sargento mayor con una alabarda, cota y celada se fué á la puerta de la fortaleza, rompiendo por los escuadrones, entendiendo poderse señorear de ella, ganó hasta el umbral, donde hiriendo á muchos de los que la tenian ocupada, y él así mismo recibiendo muchos golpes, aunque hizo gran destrozo, matando á muchos de los que le cercaban, de tal manera fué apretado de ellos, que tirándole gran número de flechería, con que fué atravesado, cayó muerto. En esta misma ocasion el alferez Oviedo y algunos soldados de su compañia salieron bien armados, y cerraron contra una gran fuerza de enemigos que estaban en la casa de las municiones (por ver si la podían socorrer), y apretándolos con mucho valor, fueron mortalmente heridos y despedazados sin mostrar flaqueza hasta ser muertos, vendiendo sus vidas en tal cruel batalla á costa de infinita jente bárbara.
A este mismo tiempo el capitan don Nuño procuraba acudir á todas partes y herido por muchas, y desangrado sin poder remediar nada, con valeroso ánimo se metió en la mayor fuerza de enemigos, donde encontrando con él Mangoré, le dió una gran cuchillada, y asegurándole con otros dos golpes, le derribó muerto en tierra y continuando con grande esfuerzo y valor, fué matando otros muchos caciques é indios, conque ya muy desangrado y cansado con las muchas heridas cayó en el suelo, donde los indios le acabaron de matar, con gran contento de gozar de la buena suerte en que consistía el buen efecto de su intento; y así con la muerte de este capitán fué luego ganada la Fortaleza, y toda ella destruida sin dejar hombre á vida, escepto cinco mujeres, que allí habia con la muy cara Lucia de Miranda, y algunos tres ó cuatro muchachos, que por ser niños no los mataron y fueron presos y cautivos, haciendo montón de todo el despojo para repartirle entre toda la gente de guerra, aunque esto mas se hace para aventajar á los valientes: y para que los caciques y principales escojan y tomen para sí lo que mejor le pareciere. Lo cual hecho, y visto por Siripó la muerte de su hermano, y la dama que tan cara le costaba, no dejó de derramar muchas lágrimas, considerando el ardiente amor que le habia tenido, y el que en su pecho iba sintiendo tener á esa española, y así de todos los despojos que aquí se ganaron, no quiso por su parte tomar otra cosa, que por su esclava á la que por otra parte era señora de su albedrio, la cual puesta en su poder no podia disimular el sentimiento de su gran miseria con lágrimas de sus ojos, y aunque era bien tratada y servida de los criados de Siripó, no era eso parte para dejar de vivir con mucho desconsuelo por verse poseida de un bárbaro, el cual viéndola tan aflijida un dia, por consolarla la habló con muestras de gran amor, y le dijo, de hoy en adelante, cara Lucía, no te tengas por mi esclava, sino por mi querida mujer, y como tal puedes ser señora de todo cuanto tengo, y hacer á tu voluntad uso de ello de hoy para siempre, y junto con esto te doy lo mas principal, que es mi corazón. Las cuales razones aflijieron sumamente á la triste cautiva, y pocos dias despues se le acrecentó mas el sentimiento con la ocasion que de nuevo se le ofreció, y fué que en este tiempo trajeron los indios corredores preso ante Siripó á Sebastian Hurtado, el cual habiendo vuelto con los demas del bergantin al puerto de la Fortaleza, saltando en tierra, la vió asolada y destruida con todos los cuerpos de los que allí murieron, y no hallando entre ellos el de su querida mujer, y considerando el caso, se resolvió de entrarse entre aquellos bárbaros, y quedarse cautivo con su mujer; estimando eso en menos, y aun dar la vida, que vivir ausente de ella. Y sin dar á nadie parte de su determinación, se metió por aquella vega adentro, donde al otro dia fue preso por los indios, y presentado con las manos atadas á su cacique el principal de todos, el cual como lo conoció, le mandó quitar de su presencia, dando órden que le matasen; la que oida por su triste mujer, inmediatamente con innumerables lágrimas rogó á su nuevo marido no se ejecutase, ántes le suplicaba le otorgase la vida, para que ambos se empleasen en su servicio como verdaderos esclavos, de que siempre estarian muy agradecidos; á lo que Siripó condescendió por la gran instancia con que se lo pedia aquella á quien él tanto deseaba agradar; pero con un precepto muy riguroso, que fué que so pena de su indignación, y de que le costaria la vida, si por algun camino alcanzaba que se comunicaban; y que él daria á Hurtado otra mujer con quien viviese con mucho gusto si sirviese; y junto con eso le daria él tan buen tratamiento como si fuera no esclavo, sino verdadero vasallo y amigo. Los dos prometieron de cumplir lo que se les mandaba, y así se estuvieron por algun tiempo sin dar ninguna nota; mas como quiera que para los amantes no hay leyes que los obliguen á dejar de seguir el rumbo donde los lleva la violencia del amor, no perdian la ocacion, siempre que habia oportunidad, por que de ordinario tenia Hurtado los ojos puestos en su Lucia, y esta en su verdadero consorte, de manera que fueron notados por algunos de la casa, y en especial de una india, mujer que habia sido muy estimada de Siripó, y repudiada por la española; esta india, movida de rabiosos zelos, le dijo á Siripó: muy contento estais con vuestra nueva mujer, mas ella no lo está con vos, por que estima mas al de su nacion y antiguo marido, que á cuanto teneis y poseeis; por cierto lo habeis muy bien merecido, pues dejasteis á la que por naturaleza y amor estabais obligado, y tomasteis la extranjera y adúltera por mujer. Siripó se alteró, oyendo estas razones, y sin duda ninguna ejecutara su saña en los dos amantes un castigo atroz; mas dejólo de hacer hasta certificarse de la verdad de lo que se le decia, disimulándolo; de allí en adelante andaba con mucho cuidado, por ver si podía pillarlos juntos, ó como dicen, con el hurto en la mano. Al fin se le cumplió su deseo, y cojidos, con infernal rabia mandó hacer una grande hoguera para quemar á la buena Lucia, y puesta en ejecucion la sentencia, ella la aceptó con gran valor, sufriendo aquel incendio donde acabó su vida como verdadera cristiana, pidiendo á Dios Nuestro Señor hubiese misericordia de ella y perdonase sus grandes pecados; y en seguida el bárbaro cruel mandó asaetar a Sebastian Hurtado, y así lo entregó a muchos mancebos, que le ataron de pies y manos, y amarraron á un algarrobo, donde fué flechado por aquella bárbara jente, hasta que acabó su vida; arpado todo el cuerpo, y puesto los ojos en el cielo, suplicaba á Nuestro Señor le perdonase sus pecados, de cuya misericordia es de creer que marido y mujer estan gozando de su santa gloria. Todo lo cual sucedió el año de 1532.” [Suponemos que se refiere al calendario juliano].

Un itinerario por la construcción de la cautiva en Echeverría, Borges y Aira :
Florencia Angilletta - Facultad de Filosofía y Letras, UBA florenciangilletta@gmail.com
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